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miércoles, 12 de octubre de 2022

El cambio lingüístico: analogía, imitación, sustitución


 

El cambio lingüístico, ese misterio que recorre la mente de todos los lingüistas, más concretamente de los especialistas en historia de la lengua o en sociolingüística. 

Sabemos que las lenguas cambian, irremediablemente. Igualmente sabemos que la mayoría de los cambios son rechazados por la sociedad en que surgen, sobrevivan o no más tarde. 

Sin embargo, no sabemos el origen del cambio. Al menos, no en general. Podemos esgrimir algunas ventajas articulatorias, algunos desplazamientos semánticos... pero es igualmente real que las lenguas no necesitan cambiar. Cualquier lengua en cualquier estado es perfectamente capaz de expresar cualquier realidad humana. 

Hay quien dice que la lengua cambia por la sencilla razón de la moda. Hay quien sugiere que el cambio es espontáneo y aleatorio. No lo sabemos (aunque, como he dicho antes, en determinados casos podemos suponer la razón).

Vemos el cambio lingüístico como una evolución, un proceso por el que se produce una adaptación ya sea del significado de una palabra, de una estructura sintáctica que se va modificando poco a poco o de un sonido que, influenciado por lo que lo rodea, muta. 

Esto puede, de hecho, pasar, y ha pasado y pasará, sin duda. Y aunque podemos decir que, grosso modo, los cambios lingüísticos parten de una evolución o mutación, tanto en su expansión social como interna, es decir, dentro de la propia lengua, juega un papel fundamental otro proceso: la analogía (que funciona por imitación, y no por mutación).

Vamos a partir de un ejemplo sencillo:

LEVARE, palabra latina que en español da llevar.

Su evolución fue algo parecido a esto:

LEVARE

LEVO > lievo > llevo

LEVAS > lievas > llevas

LEVAT > lieva > lleva

LEVAMUS > levamos > llevamos

LEVATIS > levades > lleváis

LEVANT > lievan > llevan

No penséis que esto es una evolución fiel a la realidad, está hecha de forma que se comprenda. 

La <e> de la raíz verbal, en todas las personas excepto la primera y segunda del plural, era tónica y breve. La [e] tónica breve en latín dio en español primero una e abierta que, más tarde, diptongó en ie. Bien, vemos en el ejemplo que así sucede.

Esa i del diptongo ie influenció a la consonante precedente [l] palatalizándola (es decir, haciendo que se pronunciara cada vez más en el paladar). Esa influencia fue haciendo que la i se perdiera y fuera surgiendo un nuevo sonido que ha acabado siendo el actual (primero representó el sonido que <ll> tiene en zonas no yeístas, es decir, como <lh> en portugués). 

La <e> de las primera y segunda persona del plural no era tónica, por lo tanto se quedó como una e normal en castellano. Vemos, por lo tanto, que el sonido [l] no se vio influencia por ninguna i posterior, y que por lo tanto no mutó, no hubo influencia fonética ni había nada que le hiciera cambiar, pero cambió. 

¿Por qué cambió? Es lo que llamamos analogía, es decir, una forma que el hablante modifica para hacerla similar a otras con las que guarda alguna relación y uniformar el paradigma. 

Así, cuando alguien pronunciaba llevo - levar - levades - llevan (levar, el infinitivo, tampoco sufrió mutación) podía notar que había algo raro y empezó a decir llevar - llevades para igualar el sonido inicial de todas la formas.

El caso es que esto, la analogía, no es una mutación fonética original, es una sustitución, una imitación, y no debe encuadrarse en el mismo tipo de cambio fonético que lo que aquí se denomina mutación, que es el caso del resto de personas de este verbo, por ejemplo. 

En un cambio por mutación, se pasa por varios estados intermedios (lievo) entre la fase original (LEVO) y la fase objetivo (llevo), en el cambio por sustitución se llega directamente de la original a la objetivo sin tramos intermedios porque no es una mutación, sino una sustitución, una imitación.

Así, un cambio fonético por mutación suele darse en una zona muy chica donde surge de forma espontánea o por la razón que sea. Otros hablantes escuchan a los que han sufrido el cambio y deciden o imitarles o tratar aquello como una simple moda e ignorarlo. En esta situación no es un cambio por mutación lo que hará expandirse el fenómeno, sino el cambio por imitación del grueso de la población. 

Es decir, el cambio LEVO > lievo > llevo se dio en una población concreta de una zona delimitada, la expansión del cambio se dio por sustitución LEVO > llevo.

La expansión de un rasgo es complicada, a pesar de que antes o después alguno acabe triunfando, porque tiene que luchar contra lo que Saussure llamó el efecto campanario, es decir, la actitud conservadora que todos los hablantes suelen tener. 

El efecto campanario es muy fácil de ver hoy día, tómese como ejemplo las polémicas con el nuevo género no determinado -e o el rechazo a la ingente cantidad de anglicismos que entran en nuestros días.

En fin, para resumir:

Hemos visto dos tipos de cambio lingüístico: el que hemos llamado por mutación espontánea y el que llamamos sustitución (analogía). 

La mutación espontánea es aquello que está motivado por razones internas de la lengua, por el ajuste de determinado parámetro a otro nuevo que facilita, simplifica, es más práctico o más productivo, diferencia circunstancias o conceptos...

La sustitución es aquello que se hace por imitación. Así, no se cumplen todos los estados de la evolución que sí se da en el cambio por mutación, sino que desde una fase original se llega directamente a la fase objetivo sin pasar por las intermedias.

Y ya está, eso es todo. 

Que seáis felices y adorad al dios de la lingüística.


Bibliografía

- Ferdinand de Saussure Curso de lingüística general 24 edición, Editorial Losada, Buenos Aires, 1945


Imágenes

- Cabecera: un romano con su toga hablando con un busto. Es un poco raro, pero ya sabéis: están locos estos romanos. (Flickr)

- Un libro viejuno en cirílico. Está guapo ¿eh? (Pixnio)

- El fundador de la lingüística científica como la entendemos hoy día, padre del estructuralismo y puto amo en general, don Ferdinand de Saussure. (Wikipedia)

lunes, 23 de mayo de 2022

La norma, el estándar, la lengua, el dialecto... un popurrí de cosas

 



La norma, el estándar, eso está bien dicho, eso está mal, ¿el emoticono va antes o después del punto? En Andalucía se habla fatal, en Valladolid se habla muy bien... Qué jaleo, chiquillo. 

Lengua y dialecto

Todas las lenguas son complejos dialectales, por eso, decir que hablas cualquier lengua es decir que hablas un dialecto, y decir que hablas un dialecto es decir que hablas una lengua. El dialecto es local, la lengua es internacional. Pero no hay que confundir la lengua con la forma estándar, que es una de sus variantes, dicho rápido y mal. Además de lengua o dialecto, otros términos que a menudo se encuentran cuando buscamos información sobre las variedades lingüísticas también son lengua literaria, norma culta, sociolecto, idiolecto... Es un tema amplísimo y sobre el que se escribe y debate mucho. Lejos está el consenso académico.

El grueso de hablantes, sin embargo, equipara la lengua exclusivamente con su variante estándar, y se suele juzgar todo lo que escapa a la norma, de forma subjetiva y relativa, dependiendo del conocimiento de la regla que tiene cada hablante. Así, por ejemplo, se condenará el uso de me se ha caído el vaso, porque todos los hablantes saben que en la forma estándar el orden de los pronombres es se me, sin embargo, al menos en España, muy pocos considerarán (si es que alguien llega a darse cuenta) que pronunciar la secuencia los reyes como lorreyes, o los rayos como lorrayos no forma parte del estándar (es muy común la pérdida de s antes de vibrante, al menos en la península ibérica, incluso en zonas donde no se pierde la s implosiva).

El estándar, ese concepto tan complejo, y la norma, que no es lo mismo

El estándar

El estándar es una forma creada de lengua o dialecto que, en el caso del español, elimina las variedades regionales (todo lo que puede) y da importancia a los puntos en común. Su hábitat natural es la escritura y apenas se encuentra en la oralidad. 

Es común que en la conformación de esta variante casi no se le preste atención a los rasgos suprasegmentales (entonación, acento prosódico...) o sintácticos (las variaciones sintácticas, que las hay, suelen ser mínimas dentro de la misma lengua). Intentará centrarse, sobre todo, en la ortografía y el léxico, aunque también prestará especial atención a la parte fonética. 

La norma

Es muy común escuchar hablar de la norma como sinónimo de estándar, sin embargo, estas no son lo mismo, al menos para una parte de los estudiosos, entre ellos Borrego. 

La norma sería aquello que una comunidad acepta como bueno, independientemente de si es estándar o no. Así, por ejemplo, la pérdida de la d intervocálica en los participios de los verbos de la primera conjugación es totalmente normativa en el español peninsular (comprao en vez de comprado), pero no es una forma estándar. Dicho de otra forma: la RAE no lo acepta, pero ningún español encontrará nada raro y está totalmente normalizado, tanto en su uso como en su consideración, por la comunidad de hablantes (del español europeo y en muchas zonas de Latinoamérica). Ocurre lo mismo con este mismo fenómeno y muchos otros a lo largo y ancho de todo el territorio hispanohablante.

Consideraciones sobre el estándar

Hay un dato muy importante que debemos considerar del estándar: es una herramienta con un desarrollo histórico que tradicionalmente se ha considerado como una importante base para el ascenso social. Es, también, una herramienta del aparato estatal: la escuela, los medios de comunicación, las leyes, las sentencias en los juicios... utilizan el estándar (a veces con particularidades según qué sector). 

Se ha dicho alguna vez que el estándar es, de hecho, un elemento de dominación, lo que podría no ser ninguna locura desde determinado punto de vista. Lo que está claro es que es una construcción de las élites y que las clases medias y bajas lo han visto como instrumento de mejora de sus vidas. Es decir, detrás del estándar existe una intencionalidad y un objetivo de las clases dirigentes de los territorios donde se habla. 

Por ejemplo, el rey Alfonso X el Sabio, el que podríamos denominar el primer gran estandarizador del castellano, se preocupó mucho por crear el castellano drecho (castellano derecho, correcto), que no era más que seleccionar aquello que a él y a los que le ayudaban le parecía correcto con criterios de cualquier tipo menos lingüísticos (de hecho, en mi opinión, no se pueden eliminar fenómenos lingüísticos con criterio de lingüista. El motivo puede ser social, político, ideológico, sociológico... pero lingüístico, no. No hay ninguna forma mejor que otra desde un punto de vista lingüístico, todas son igual de válidas). 

Tipos de estándar

El lingüista Corbenil divide los estándares en cuatro grupos principales:

- Convergentes: todos los factores que influyen en la regularización apoyan las mismas características para el estándar. Sería algo así como un estándar creado por consenso de hablantes de diferentes variedades.

- Dominadores: la variedad de las clases dirigentes se impone sobre las demás. Podría ser el caso del inglés de los EE. UU., en que se sigue la norma de que la lengua buena es la de los blancos, anglosajones y protestantes.

- Coherentes:  un conjunto de elementos constituye la especificidad de la lengua y autorregulan el funcionamiento el sistema en cada una de sus variantes. En Francia existe una academia y varias instituciones más que participan de la regularización de la lengua, así como una actitud por parte de los hablantes que da prioridad a la necesidad de intercomprensión de todos los hablantes que al respeto por las variedades regionales. Tal vez se podría incluir aquí el estándar del español, también, aunque con matices.

- Persistentes: se mantiene el uso de un determinado momento histórico pese a las variaciones temporales. El ejemplo más famoso de este caso sería el del italiano, que se creó como lengua escrita basada en el florentino de una época determinada y apenas ha variado hasta que se ha empezado a usar oralmente. 

Opinión totalmente subjetiva. Si querías objetividad, o al menos un intento de conseguirla, puedes dejar de leer y dedicar tu tiempo a algo que te interese más

El estándar no es, per se, ni bueno ni malo. Es una variedad más, la única que no es natural (uso esta palabra, pese a lo polémico que puede ser su significado en cuestión de lenguas, para simplificar y que se entienda rápido. No es el momento de tratar aquí el tema de la naturalidad de las lenguas y los cambios y todo este tinglado) ni espontánea, la única que ha sido planificada en un grado alto. 

El estándar es, desde luego, práctico, ya que crea comunidades de hablantes que se identifican con un mismo ideal de lengua y facilita la intercomprensión, a veces, entre millones de personas de países y culturas muy distintas. Es, también, una forma magnífica de asegurar la vida de una lengua cuando esta está sufriendo una gran pérdida de hablantes, e incluso para equipararla a otras lenguas y darle prestigio, necesario para que se mantenga su uso.

El estándar tiene un problema, el mayor problema, creo yo, y es que la gente no lo entiende. El estándar no es hablar bien, es solo una herramienta que tiene unos usos concretos y que no tiene por qué, y probablemente ni siquiera tenga esa fuerza, reemplazar a las hablas locales ni personales (lo que se llama idiolecto). 

Quizá se pueda acusar a la RAE, que ha hecho cosas excelentes y cosas nefastas (al final la RAE no es más que un grupo de personas, con sus virtudes y defectos), de haber pecado de monopolio. Lo suyo es el estándar, que podrá hacer mejor o peor, no me meto ahí (todavía), pero nada más. En mi opinión, dedicarse a hacer diccionarios de estilo para Twitter con emoticonos es, tal vez, propasarse en su responsabilidad. Esa faceta de la lengua no le corresponde. De hecho, la mayoría de las facetas de la lengua no le corresponden. Las academias regulan el estándar, no el idioma. Y creo que es importante que haga autorreflexión y empiece a educar a la sociedad en cuáles son y cuáles no son sus funciones. 

 

Fotos

- Cabecera: estatua de Cervantes en la plaza de España de Madrid. Cervantes, considerado el ejemplo supremo del buen español para muchos, era un laísta como la copa de un pino, como todo buen madrileta y castellano en general. (Mirador Madrid)

- Los grandes grupos dialectales del español en Argentina. (Wikipedia)

- Alfonso X el Sabio. Sé que soy un pesado y lo pongo en todas las entradas, prácticamente, pero qué le hago yo, si es que tengo poca imaginación para poner imágenes y el nota está en todos lados. (Wikimedia Commons)

- La primera página del diccionario de la RAE de 1780. Ahí es nada. (Wikimedia Commons)

 


Bibliografía

- Violenta Demonte Lengua estándar, norma y normas en la difusión actual de la lengua española

- Montserrat Batllori Origen y estandarización del español Universitat de Girona

- Francisco Gimeno Menéndez A propósito de lengua y dialecto: el estándar Universidad de Alicante

- Ángel López García-Molins Bosquejo de historia de la norma lingüística del español a la luz de la irrupción del español de EE. UU. Universidad de Valencia

- Elena Méndez García de Paredes Modelos idiomáticos y prescriptivismo. El caso del andaluz Universidad de Sevilla 





miércoles, 11 de mayo de 2022

Cuando el castellano se parecía (un poquito más) al catalán



Uno de los fenómenos más característicos en el paso del latín a prácticamente todas las lenguas romances es la apócope. Así llamamos al fenómeno por el que se pierden sonidos al final de una palabra. Por ejemplo, del latín VACCAM (acusativo) tenemos el español vaca. Entre otros fenómenos, encontramos una apócope de la -m final. 

Alguna lengua más y otra menos, todas los idiomas romances han pasado por este proceso. En el mismo caso de VACCAM, tenemos en gallegoportugués vaca, en catalán vaca, en francés vache... 

De todas formas, la apócope no es más que otro cambio lingüístico. Cuando un cambio lingüístico surge, no se establece de manera inmediata y no hace desaparecer la situación anterior. Es decir, la forma nueva y la antigua conviven. Un ejemplo muy sencillo de esto serían analizar el participio de la primera conjugación -ado/-ao. Cuando se habla de manera más formal se tiende a pronunciar la d, sin embargo, en el habla relajada no. Estas dos formas conviven y, con el tiempo, una de ellas desaparecerá (probablemente). Y aunque parezca que la forma sin d tiene todas las de ganar, podría darse el caso de que en un futuro prefiriéramos la pronunciación conservadora. No se puede prever al 100%.

Como todos sabéis, porque supongo que no tengo tanto éxito para que me lea gente no española, hay una lengua que se parece muchísimo al español y que nos pilla muy cerca, pero que tiene una apócope más extrema: el catalán-valenciano-balear. Efectivamente, nuestra lengua hermana y vecina ha sufrido apócopes no solo consonánticas, sino también vocálicas:

Amigo - amic

Bonito - bonic

Mano - mà

Rápido - ràpid

Bueno, el español también ha tenido vocálicos, pero dejémoslo en que el catalán más todavía. Permitidme que no llame a la lengua constantemente catalán-valenciano-balear, que es un poco rollo. Con solo catalán nos entendemos todos. Que nadie se me ofenda.

Seguimos. Pues bien, el castellano medieval sufrió un proceso muy similar, aunque es un tanto misterioso porque duró relativamente poco, entre el siglo XII y el XIII: la apócope de la -e. Este fenómeno se conoce en lingüística española como la apócope extrema.

Partamos del la línea de salida. El español tuvo una apócope de -e que ha permanecido hasta hoy. Por eso decimos pared y no *parede (<PARETEM), y decimos legal y no *legale (<LEGALEM). Pero, durante los siglos antes indicados, también se dijo noch (noche), val (valle), apart (aparte), plaz (place), diz (dice), quier (quiere), adelant (adelante), puent (puente), mont (monte), nuef (nueve), part (parte)...

Pero este fenómeno no se reducía a sustantivos, verbos, adjetivos o adverbios. También llegó a los pronombres. Así, por ejemplo, es normal encontrar en textos de la época axudom (ayudome/me ayudó. Esto resultará muy familiar a los hablantes de catalán y sus famosos pronombres febles), diom (diome/me dio) o incluso quandol (cuando lo)

Es uno de los fenómenos más discutidos y estudiados del castellano medieval, dada la peculiaridad que aparenta ante nuestros ojos, y no hay consenso en varios puntos. El primer punto que se discute es si era realmente un fenómeno oral o se restringía a la escritura. El segundo, ¿de dónde salió? ¿Por qué pasó esto?

La primera pregunta, simplemente, no tiene respuesta. No podemos escuchar, como es evidente, la pronunciación de la época y no hay nada que nos incline la balanza hacia una u otra posibilidad. Ahí están las dos opciones y hay teorías a favor y en contra de ambas por igual. 

Sobre el porqué, la cosa se pone más interesante.

Rafael Lapesa, eminente lingüista, propuso tres importantes factores que influyeron en el surgimiento de este proceso: 

- la introducción de muchas palabras de otras lenguas, sobre todo el árabe, que tenían sonidos en posición final de palabras que resultaban innovadores en castellano.

- la síncopa, es decir, la pérdida de sonidos en interior de palabra, que ayudaría y favorecería la apócope.

- la influencia de los francos a través del Camino de Santiago, pero no solo por los peregrinos: también hubo obispos y personas de relevancia de ese origen.

De entre los tres, el segundo sería el que más peso habría tenido. Tanto es así, que este punto se ha estudiado mucho después de Lapesa y ha llegado a constituir su propia corriente teórica, aunque no se rechacen las otras dos influencias.

Sin embargo, el desarrollo de la apócope extrema como derivación, por decirlo de alguna forma, de la síncopa, ha sido también muy cuestionada e incluso abiertamente rechazada.

No parece que Lapesa se preguntara en ningún momento por qué cayó la -e y no las demás vocales, es decir, la -a o la -o

Si tenemos una palabra como puente, rápidamente la identificamos como masculina, y si tenemos otra como fuente, con casi la misma estructura fonológica, vemos que es femenina. Pero no hay nada en la palabra que nos diga el género gramatical al que pertenece. No ocurre lo mismo con las palabras luna y oro, por no decir amigo o amiga. Sabemos que la -a nos dice que es femenino (normalmente) y la -o masculino (normalmente). 

Y es que aquí parece que se encuentra una de las claves que explicarían por qué se perdió la -e y ninguna otra vocal: no hacía falta desde un punto de vista morfológico. Lema, el lingüista que expuso esta teoría por primera vez, argumentó la recuperación posterior de la -e solo en aquellas situaciones en que lo exigía la fonotáctica castellana. La fonotáctica es lo que los hablantes consideran posible o imposible en su lengua. Por ejemplo, actualmente una palabra como *crtukp no sería posible en español. Por eso se restituyó en puente y fuente, pero no en edad, por ejemplo, porque el español sí admitía en aquellos tiempos medievales una -d en posición final, pero no un grupo -nt. Cuando decimos que una lengua admite o no admite algo, en realidad es una forma tradicional de hablar: los que lo admiten o no son los hablantes, claro está.

Aunque podría parecer una explicación brillante de primeras, en realidad tiene un problema. La función del género morfológico está implícita para sustantivos y adjetivos, pero no para, por ejemplo, adverbios, y también se dio en esta categoría: adelant, apart, anoch.  Podríamos decir que es un analogía. Si una -e se pierde, ¿por qué no todas las demás? Pero es una explicación poco satisfactoria.

Al final, es muy probable que en la pérdida de esta vocal participaran varios factores, tanto el fonético como el morfológico, y no sería descartable que fuera un proceso autóctono del castellano que se vio favorecido por los contactos con otras lenguas romances que también lo sufrieron y que, de hecho, lo conservan, como el catalán o las lenguas galorromances.

Ala. Un saludete.


Imágenes

- Cabecera: creo que es una página del evangelio de Lucas, pero la verdad es que no estoy seguro. Tampoco es castellano medieval en lo que está escrito, pero ¿a que da el pego? (Wikimedia Commons)

- Una vaca. Más concretamente la del ejemplo. Es romana. De la época de los romanos, digo. Tiene 2000 años. (Piqsels)

- Alfonso X el Sabio, que fue un tío que hizo mucho por el castellano y por el gallegoportugués, y aunque después hiciera sus cosas cuestionables como todo rey, su labor lingüística hace que me caiga bien. (Real Academia de la Historia)

- Rafael Lapesa, gran lingüista valenciano, en una foto tipo "sácame así como si no me diera cuenta". (Wikipedia)


Bibliografía

http://www.ub.edu/diccionarilinguistica/print/6821

https://nrfh.colmex.mx/index.php/nrfh/article/download/453/453/

https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5441046.pdf

https://resdiachronicae.files.wordpress.com/2013/12/volumen-4-03_5_22_folgar_carlos.pdf

https://minerva.usc.es/xmlui/bitstream/handle/10347/12205/25%20Folgar.pdf?sequence=1&isAllowed=y

 



 

martes, 19 de abril de 2022

Idiomas viejunos I: la lengua fenicia

 


 

¿Quién era esta gente?

Los fenicios habitaban en la región de Canaán, en lo que actualmente es el sur de Siria, Líbano e Israel hasta las tierras del Sinaí. Esta gente se llamaban a sí mismos cananeos y a su lengua, también. Desde un tiempo muy temprano, fueron emergiendo diferentes grupos étnicos regionales y su lengua fue dividiéndose. 

Uno de estos grupos surgidos de los cananeos fueron los que vivían en la región que ellos llamaban Put (principalmente la costa de Canaán), y a sí mismos se denominaban ponnim. Este nombre fue el que daban, también, a su lengua. Esta forma es la que está detrás del origen del griego foinikes, que los romanos más tarde adoptaron como poenus o punicus.

El cambio de [f] a [p], aunque no he encontrado ningún sitio en que se comente, sospecho que es por la realización bilabial de la <f> griega, es decir, para nosotros ese sonido sería como una mezcla de <p> y <f> y, por lo tanto, interpretable de ambas maneras.

Las ciudades principales de los fenicios eran Tiro y Sidón. Grandes comerciantes, navegaron por todo el Mediterráneo y fundaron colonias por toda la costa del norte de África y la península ibérica.

No puedo resistirme a hablar aquí de mi ciudad natal. 

Los fenicios fundaron Cádiz, la primera urbe fundada en Europa occidental (al menos por una civilización "avanzada" de la época) en el año -1100, según la leyenda. Los colonos que fundaron Cádiz eran oriundos de Tiro y, hoy, más de 3000 años más tarde, las dos ciudades tienen la misma forma (ambas son pequeñas penínsulas) y una población parecida. Me encantaría, algún día, poder ir allí y comprobar el resto de parecidos que, seguro, tienen y ahora mismo desconozco.

Después de este paréntesis para homenajear al pequeño rinconcito andaluz que me vio nacer, continúo.

Cuando Fenicia cayó en decadencia, una colonia suya, Cartago, situada en el actual Túnez, formó un estado centralizado con todas las colonias del norte de África e Hispania hasta que cayó ante la maquinaria romana.

Y hasta aquí suficiente, que esto no va de historia ni yo puedo dar lecciones a nadie de este tema.

 

¿Qué hablaban?

Su lengua era el fenicio. Este idioma, con sus cambios lógicos a través del tiempo y el espacio, es la que también hablaban los cartagineses, cuya variedad no sería más que una forma regional.

Era parte de la familia semítica y estaba fuertemente emparentada con el hebreo, con el que se sugiere que podría haber tenido un alta grado de integibilidad. Otra famosa lengua de esta familia es el árabe.

Se identifica como algo que ya es fenicio una lengua del siglo -XI y todavía debían quedar hablantes en siglo VI. Estamos hablando de un período de tiempo de 1700 años, que sepamos. Si a nosotros nos cuesta entender lo que está escrito en el Cid, por no decir que casi no lo entendemos sin estudio previo, y nos separan 800 años, imaginaos lo diferente que puede ser una lengua en un extremo y el otro de ese período de tiempo, si es que consideramos que es la misma lengua. Pero para no entrar en debates técnicos, diremos que sí, que es la misma lengua. 

Además de esto, está la dificultad añadida de que el fenicio, como cualquier lengua que se expande mucho, tenía muchos dialectos diferentes que se distanciaban del estándar más o menos. El estándar se considera la lengua de Tiro y Sidón, sus dos ciudades más importantes, y, luego, de Cartago. A las variantes occidentales se las llama púnicas. 

Fue lengua de cultura en todo el Mediterráneo dada su vitalidad en el comercio y la economía.  

 

¿Cómo se escribía esta lengua?

La lengua fenicia se escribía en un alfabeto de 22 letras. En realidad no era un alfabeto, sino un abyad o alfabeto consonántico, es decir, un sistema ortográfico en que solo (o casi solo) se escriben las consonantes. 

Esto tiene un origen muy sencillo: los fenicios decidieron escribir todos aquellos sonidos que podían encontrarse al inicio de una palabra, y parece que en su lengua, en el momento en que se fue gestando este sistema de escritura, no había palabras que empezaran por vocales (la consideración de lo que es una vocal cambia, y mucho, de una lengua a otra).

En la etapa final de la lengua, se usó más el alfabeto latino que el fenicio.

Como curiosidad, que ya comentaré en otro futuro post, el abyad fenicio es el origen de nuestro alfabeto latino.  


¿Cómo sonaba el fenicio?

La lengua conoció los sonidos consonánticos, similares al español, de <ba, ga, da, ka, la, ma, na, sa, pa, ara, ta>. La <a> la escribo solo como apoyo para la pronunciación, no es que estos fueran sus nombres ni nada parecido.

También conoció otros que el español no tiene y que intentaré explicar a continuación lo mejor posible:

- Una pausa glotal, que suele representarse con una comilla '. Por ejemplo, en la secuencia a'a habría que pronunciar una pausa entre las dos vocales. Algo parecido a lo que hace el inglés cockney con la <t>.

- Un sonido como la <h> inglesa o nuestra <j> pronunciada a la manera andaluza. 

- La <w> del inglés. Aunque para un hispanoparlante es una simple vocal, fonéticamente es una semiconsonante.

- Lo mismo que la anterior, pero en este caso com una <i>. En la palabra <hierba>, por ejemplo, aunque nosotros interpretamos la <i> como una vocal, en realidad es una semiconsonante.

- Un sonido [dz], esto es como la <z> italiana de la palabra <pizza>, pero moviendo las cuerdas vocales.

- Una faringal fricativa, esto es, algo parecido a una <r> francesa. Solo parecida, pero con bastante diferencia. Es difícil describirla. 

- Una <t> retrofleja. Esto significa que pronunciamos una <t>, pero con la punta de la lengua vuelta hacia atrás en el paladar.

- Un sonido <ts>, como el que decimos cuando pronunciamos <pizza>.

- Un sonido parecido a la <k>, pero pronunciado en la garganta, como un término medio entre este sonido del español y el de la <g> en <gato>.

- El sonido inicial de la palabra inglesa <show>. 

En cuanto a  las vocales, el repertorio es más sencillo de explicar: tenía <a, i, u> que podían ser largas y breves, como el árabe actual. 

Por supuesto, existían diptongos, reducciones de diptongos y alófonos (pronunciaciones que dependen del contexto) que podían resultar en algo parecido a <e, o>, pero no eran pronunciaciones, digamoslo así, "oficiales".


 

Los pronombres personales

Pues me ha gustado comprobar que eran muy parecidos a los del árabe actual:

La primera persona del singular podía ser ani, aniki, anik.

La segunda persona del singular masculino (o sea, un tú solo masculino) era atta, y la femenina atti

La tercera del singular masculina era hu, u, y la femenina hi, i.

La primera persona del plural era anahnu, nahnu

La segunda persona del plural era attim.

La tercera del plural masculino y femenino tenía la raíz consonántica HMT, pero no hay consenso sobre su pronunciación. 

 

El sustantivo

El masculino era el género no marcado, como en español, mientras el femenino tenía la terminación -ot, -at o -t (también similar al árabe clásico actual). 

El plural masculino se formaba con una vocal+m. Así, por ejemplo, la palabra hijo, bin (igual que en árabe clásico actual) formaba su plural banim (el cambio vocálico i>a es otra movida). 

El plural femenino añadía -ut o -t

Recuerdo, de mis clases de árabe clásico, que el plural era un aspecto especialmente difícil de esta lengua. Pues parece que en fenicio era igual, y tenía formas diferentes para nombres masculinos, femeninos, colectivos, neutros... un cacao.

 

El verbo

El fenicio podía expresar tres modos: indicativo, no indicativo [una forma que podía tener valor de subjuntivo, optativo, yusivo [para expresar órdenes, mandatos o exhortaciones] y cohortativo [súplica, insistencia, ruego, propósito, intención...]) e imperativo. 

Constaba de dos aspectos, perfectivo e imperfectivo. El aspecto perfectivo denota una acción que ya ha acabado, mientras que el imperfectivo una acción que no ha terminado. Un mal, pero fácilmente comprensible, ejemplo podrían ser el pretérito perfecto simple (prefiero este nombre al de pretérito indefinido) cantó y el pretérito imperfecto (de ahí sus nombres) cantaba

Además, conocía seis tiempos: pretérito perfecto, pretérito imperfecto, pluscuamperfecto, presente perfecto, presente imperfecto y futuro. 

 

Algo de sintaxis, que parece que no, pero mola

El orden típico de la oración era sujeto, verbo, objeto, es decir, como el español. También era como el nuestro el orden del sintagma nominal, en que el sustantivo precedía al adjetivo. 

De nuevo como en árabe clásico, no existía la cópula (ser, estar) que se omitía. Es decir, en vez de decir yo soy Bernardo, yo soy alto o yo estoy en casa, se decía simplemente yo Bernardo, yo alto, yo en casa.  



Del uno al diez en fenicio

1.Ehhad/ehhat

2.Snem/sne (masc) - stem/ste (fem)

3.Salus/salust 

4.Arba'at/arba' 

5.Hamist/hames

6.Sesit/ses

7.Seba'at/seba

8.Samunit/samune

9.Tisa'at/tesa'

10.Asert/asar

 

Imágenes

Cabecera: una cabeza de terracota. Es lo que ha salido cuando he puesto fenicio en Google. Vamos a darla por buena, que pinta de fenicia tiene, oye. (Flickr)

1. Extensión máxima de la lengua fenicia. (Wikipedia)

2. Monedita con inscripción en alfabeto fenicio. (Wikipedia)

3. Inscripción maravillosamente bien conservada en fenicio. Aunque os cuesta creerlo, de ahí vienen las letras que estáis leyendo ahora.  (Wikipedia)


Bibliografía

https://theswissbay.ch/pdf/Books/Linguistics/Mega%20linguistics%20pack/Afro-Asiatic/Semitic/Phoenician-Punic%20Grammar%20%28Krahmalkov%29.pdf

http://archiv.ub.uni-heidelberg.de/propylaeumdok/1074/1/Roellig_The_Phoenician_Language_1983.pdf

https://www.researchgate.net/profile/Francoise-Briquel-Chatonnet/publication/339922041_Phoenician_and_Punic/links/5f86e76a458515b7cf7f8537/Phoenician-and-Punic.pdf?origin=publication_detail

https://es.wikipedia.org/wiki/Idioma_fenicio


miércoles, 30 de marzo de 2022

Toda la verdad (y una opinión) sobre los préstamos

 


Los préstamos son aquellas palabras que los hablantes de una lengua A toman de una lengua B. Así, por ejemplo, hardware o chalé son préstamos. 

Estas palabras suelen venir de idiomas en contacto. Normalmente se pensaría que la cultura más "desarrollada" o "relevante" presta a la menos "desarrollada" o menos "relevante", pero no tiene por qué ser así. Las lenguas en contacto se prestan palabras constantemente y es una relación bidireccional. 

No hay más que escuchar en versión original una serie estadounidense para escuchar palabras totalmente integradas en el inglés como amigo, loco, señor...  y no hace falta que mencionemos la cantidad de anglicismos que hay en español y en cualquier otro idioma, prácticamente de todo el mundo, dado que la cultura anglosajona es la dominante y el inglés es su lengua.

Las patrimoniales son otro caso: son palabras que no han dejado de decirse nunca en la cadena generacional, que llevan en boca de los hablantes desde el latín, desde el mismo momento en que se formó el español o la lengua que sea.

La proporción entre palabras patrimoniales y préstamos puede que sorprenda: las patrimoniales son una minoría. La abrumadora mayoría de palabras del español (y me atrevería a decir que de la gran mayoría de las lenguas) son préstamos. Según algunos cálculos, solo el 23% de las palabras españolas son patrimoniales. Eso sí, la cifra puede engañar un poco, porque este 23% conforma el 80% de las palabras más utilizadas. Podríamos decir, pues, que sí, son minoría, pero es el grupo de palabras más importante en nuestra comunicación diaria.


 

¿De dónde vienen las palabras del español?

 Por origen, el léxico español se puede clasificar así:

- alrededor del 70% de las palabras proviene del latín. Aquí están incluidas las patrimoniales, los cultismos y los semicultismos. Los cultismos son los préstamos que se tomaron del latín y, en la práctica, solo se les ha modificado el final para castellanizarlas un poco (-um>o). Los semicultismos son aquellas palabras que se tomaron en una fase muy temprana de la lengua y sufrieron algún cambio, pero no todos los que tuvieron las palabras patrimoniales. Por ejemplo, SAECULUM > siglo (cuando, según los cambios fonéticos del latín al castellano, debería haber dado algo como sejo);

- griego, 10%;

- árabe, 8%;

- gótico, 3% y

- otras lenguas, como el vasco, el celta, otras lenguas romances y germánicas, lenguas nativas de Asia o Latinoamérica, etc, 10%.

Aquí hay un problema, porque las cosas nunca son tan fáciles ni tan planas. Las palabras que tenemos del griego, casi todas ellas, salvo las del vocabulario más científico y técnico, han entrado a través del latín, por lo tanto, ¿deberían considerarse patrimoniales o griegas?

La palabra tabú, por ejemplo, cuyo origen está en una lengua de la Polinesia, ha llegado a través del inglés. ¿Es un préstamo inglés o polinesio?

¿Qué problema hay con los préstamos?

Cuando era chico los profes me enseñaron lo que estaba bien y lo que estaba mal. Si el español no tenía una palabra para referirse a determinado objeto, sentimiento o concepto, o surgía un nuevo invento que el español no podía nombrar, era perfectamente lícito coger una palabra ajena. Pero, en el caso de que el español tuviera ya una palabra con el mismo significado, había que evitarla.

Así, nuestros profesores nos censuraban palabras en clase como skate, porque teníamos que decir monopatín, y nos alarmaban sobre el exceso de anglicismos en nuestro vocabulario. No sé qué será de ellos, pero supongo que se estarán mesando los cabellos con las nuevas generaciones.

Esos mismos profesores, sin embargo, se llenaban de orgullo cuando hablaban de los préstamos que el español había dado a otras lenguas, principalmente al inglés. El inglés parecía el enemigo a batir. 

A mí eso me chirriaba. ¿Los préstamos en español son malos, pero si los préstamos son del español a otras lenguas, entonces son buenos? Era evidente que ahí no había ningún argumento lingüístico. Más bien, en el sustrato, entre bambalinas, de lo que nos estaban hablando era de preponderancia cultural, social, de resistencia ante la colonización cultural y lingüística anglosajona, tal vez. Quizá era simple orgullo patrio (lingüístico). Sea lo que fuere, el caso es que motivos lingüísticos para rechazar una u otra palabra... parece que no hay.

Un significante (la cadena fónica) se junta con un significado para representar un concepto. ¿Por qué skate cumple peor su función que monopatín? Por nada, ambas son igualmente válidas hable la lengua que hable el que la diga. 


 

Aparte, pensar que un préstamo solo es lícito cuando no existe una palabra en el idioma de recepción supone pensar que el idioma de recepción no puede crear un término, cuando cualquier lengua del mundo está capacitada para nombrar cualquier objeto, sensación, cosa... que le sea necesario. 

También he escuchado el argumento de lo adecuado y genuino.

Lo adecuado y lo genuino

Primero hablaremos de lo que es genuino.  ¿Qué es lo genuino de una lengua? Como he leído en algún sitio: "lo que es XXXXXXX (introducir aquí cualquier idioma), vaya". 

¿Lo genuinamente español es ese 23% de palabras patrimoniales (en el resto de lenguas de nuestro alrededor la proporción es similar)? O ¿algunos préstamos sí son válidos mientras que otros no? ¿Por qué? ¿Cuál es el criterio de aceptabilidad? ¿Es la lengua de origen lo que hace que un préstamo sea mejor que otro? ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que un préstamos sea algo genuino de la lengua que lo ha tomado? ¿Generaciones, décadas, siglos? ¿Lo tiene que decidir una academia? Lo genuino es un concepto relativo, subjetivo y que se presta mucho a la libre interpretación que convenga a cada uno. 

He escuchado por ahí que los préstamos son lobos disfrazados de oveja y son una amenaza para la lengua (literalmente). Es exactamente lo mismo que se decía en la España decimonónica sobre las palabras que venían del francés (actualmente la gente ni siquiera sabe reconocer esas palabras y todas les parecen españolísimas). Lo mismo que se dice hoy sobre el inglés. La esencia de la lengua en peligro.

Esa "esencia" de la lengua (que tendríamos que ver qué es exactamente) ha cambiado tantas veces, se ha alterado y modificado tanto con el paso del tiempo, que lo de verdad peligroso sería que no siguiera cambiando, porque significaría que es una lengua condenada a la desaparición. El léxico se renueva con palabras de otras lenguas mientras otras palabras caen en desuso, es una mera cuestión de adaptación a las nuevas realidades. Mientras más global sea nuestra sociedad, más global será nuestra lengua.

Y esto no quiere decir que no haya cosas que a mí, como a cualquier hablante, me chirríen. Intento ser totalmente objetivo, empírico y científico, pero soy una persona de mi tiempo criado en mi contexto y mis circunstancias, y cojeo, como todos. Por ejemplo, me duele el alma cada vez que escucho a alguien decir tengo una call. Pero el problema no es de la palabra ni de la lengua, es mío. A mí esa frase me suena ridícula, pero como lingüista sé que es como cualquier otra y no debo montar una campaña en su contra. La persona que la dice y usa la ha asimilado y quizá el resto de la sociedad, con el tiempo, también lo haga. Y no pasa nada.



Seguimos con el asunto de la adecuación. La adecuación lingüística se entiende como tener la capacidad de modificar tu resgistro de habla según la situación en que te encuentres. No deberías hablar igual con el presidente del gobierno que con tu primo, por ejemplo. No hablas igual defendiendo la tesis ante un tribunal que tomándote unas cañas, por ejemplo. Por lo tanto, una persona que tiene esas herramientas habla bien, o de forma correcta, y una persona que no escoge las palabras adecuadas en cada momento habla de forma incorrecta.

A mí esta conclusión me parece que es plenamente social, no lingüística, y por lo tanto libre a la subjetividad de cada uno. Evidentemente el estándar de las lenguas es una creación de las esferas de poder. Sí, puede que hoy día no sea como antes, pero lo que tenemos hoy es consecuencia de lo que se creó ayer. Por lo tanto, lo que se considera correcto es un producto que la clase dominante ha considerado bueno (y que el grueso de la población ha aceptado, sin duda).

 La capacidad para tener un registro mejor está directamente relacionado con la calidad de la educación y del contexto social, que es una consecuencia del poder adquisitivo. Es decir, si has nacido en un barrio marginal y has dejado el colegio con 16 años para trabajar y ganar dinero para sobrevivir, hablarás toda tu vida mal, mientras que si has nacido en el barrio de Salamanca, hablarás bien. No puede ser tan fácil, ¿no? No puede ser tan clasista, ¿no? No puede ser, en fin, tan injusto. Me parece una visión que se acomoda a los estándares de una élite social determinada. No me convence (que igual a ti sí, esto es cuestión de opinión).

Para mí, y esta es mi visión totalmente personal, no es nada fácil decir lo que es hablar bien o mal. Me decanto por pensar que hablar mal es simple y llanamente no saber expresar tus pensamientos. Si no sabes comunicar lo que tienes dentro, si los que te rodean no te entienden, eso podría ser, para mí, hablar mal. Sin embargo, esta conclusión no escapa de polémica, porque parece que se amolda a la teoría de que la función principal de la lengua es la comunicación, cuando esto es debatible. Hablaré de ello en otro momento.  

Realmente, el tema de hablar bien y hablar mal es largo y me gustaría dedicarle otro post

En fin, no hay ningún problema lingüístico (sociales todos los que queráis y probablemente más) en usar palabras de otras lenguas en tu idioma (de hecho, una vez que se usan, ¿no son ya de tu idioma también?), la lengua nunca ha sido ni será pura ni genuina, el léxico es una mezcla infinita que va a seguir mezclándose más todavía con el paso del tiempo, y pensar que una palabra solo puede tomarse cuando no existe en tu idioma es pensar que las lenguas tienen limitaciones para expresar la realidad que nos rodea, lo que no es cierto. 

La lengua que ha triunfado más que las demás

 Sí, el inglés es una lengua que ha tomado préstamos a mansalva, a cascoporro, a manos abiertas, barra libre de préstamos. Tanto es así que actualmente se calcula que un 29% de sus palabras son de origen francés (aquí se meten también las palabras normandas, el normando fue y es una lengua de oil, un grupo de lenguas del norte de Francia entre las que está el francés), el 29% del latín, el 26% son de origen germánico (aquí están las palabras patrimoniales, pero también las que vienen del antiguo nórdico, del neerlandés...), un 6% del griego y el resto de muchas otras lenguas. El 58% de las palabras del inglés son de origen latino. En español nos consolamos con que la mayoría de nuestras palabras y préstamos son también de origen latino, y eso parece que disimula el préstamo y duele menos, pero en inglés el 59% de palabras viene de otra familia lingüística. 

¿Qué le pasa al inglés? ¿Es peor idioma? Pues, socialmente no parece que importen sus préstamos, es la lengua de prestigio y cultura global, las generaciones más jóvenes tienen cada vez más anglicismos y hablan mejor inglés, también consumen más inglés y es una idea general que "en inglés todo suena  mejor". 

Al final, el resumen de lo que pasa con los préstamos, si me permitís un resumen tan corto como banal e incluso soez, es que hay mucho chovinismo.


Imágenes

Cabecera: pues he puesto préstamos en Google y lo más aceptable que ha salido sin derechos es esto. La verdad es que no es fea, el rollo así como ochentero que tiene me mola. (PxHere)

1_ El foro romano, Roma. Qué sitio tan maravilloso, y cómo nos encanta en el mundo occidental todo lo que fue y pasó en Roma. (PxFuel)

2_ Un nota en skate por la Gran Vía de Madrid, que es la calle más maravillosa del mundo. (Xmigrations)

3_ El Gòtic de Barcelona. Una cosa que em passa sempre a Barcelona i que no em passa a cap altre lloc: sempre que hi vaig tinc la sensació de que no em recordava del bonica que és. M'encanta esta ciutat. Una pena que no tinga la Gran Vía de Madrid. :P  Perdó si hi ha algun error en el meu català-valencià autodidacta. (Pixabay)

 

Bibliografía