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miércoles, 30 de marzo de 2022

Toda la verdad (y una opinión) sobre los préstamos

 


Los préstamos son aquellas palabras que los hablantes de una lengua A toman de una lengua B. Así, por ejemplo, hardware o chalé son préstamos. 

Estas palabras suelen venir de idiomas en contacto. Normalmente se pensaría que la cultura más "desarrollada" o "relevante" presta a la menos "desarrollada" o menos "relevante", pero no tiene por qué ser así. Las lenguas en contacto se prestan palabras constantemente y es una relación bidireccional. 

No hay más que escuchar en versión original una serie estadounidense para escuchar palabras totalmente integradas en el inglés como amigo, loco, señor...  y no hace falta que mencionemos la cantidad de anglicismos que hay en español y en cualquier otro idioma, prácticamente de todo el mundo, dado que la cultura anglosajona es la dominante y el inglés es su lengua.

Las patrimoniales son otro caso: son palabras que no han dejado de decirse nunca en la cadena generacional, que llevan en boca de los hablantes desde el latín, desde el mismo momento en que se formó el español o la lengua que sea.

La proporción entre palabras patrimoniales y préstamos puede que sorprenda: las patrimoniales son una minoría. La abrumadora mayoría de palabras del español (y me atrevería a decir que de la gran mayoría de las lenguas) son préstamos. Según algunos cálculos, solo el 23% de las palabras españolas son patrimoniales. Eso sí, la cifra puede engañar un poco, porque este 23% conforma el 80% de las palabras más utilizadas. Podríamos decir, pues, que sí, son minoría, pero es el grupo de palabras más importante en nuestra comunicación diaria.


 

¿De dónde vienen las palabras del español?

 Por origen, el léxico español se puede clasificar así:

- alrededor del 70% de las palabras proviene del latín. Aquí están incluidas las patrimoniales, los cultismos y los semicultismos. Los cultismos son los préstamos que se tomaron del latín y, en la práctica, solo se les ha modificado el final para castellanizarlas un poco (-um>o). Los semicultismos son aquellas palabras que se tomaron en una fase muy temprana de la lengua y sufrieron algún cambio, pero no todos los que tuvieron las palabras patrimoniales. Por ejemplo, SAECULUM > siglo (cuando, según los cambios fonéticos del latín al castellano, debería haber dado algo como sejo);

- griego, 10%;

- árabe, 8%;

- gótico, 3% y

- otras lenguas, como el vasco, el celta, otras lenguas romances y germánicas, lenguas nativas de Asia o Latinoamérica, etc, 10%.

Aquí hay un problema, porque las cosas nunca son tan fáciles ni tan planas. Las palabras que tenemos del griego, casi todas ellas, salvo las del vocabulario más científico y técnico, han entrado a través del latín, por lo tanto, ¿deberían considerarse patrimoniales o griegas?

La palabra tabú, por ejemplo, cuyo origen está en una lengua de la Polinesia, ha llegado a través del inglés. ¿Es un préstamo inglés o polinesio?

¿Qué problema hay con los préstamos?

Cuando era chico los profes me enseñaron lo que estaba bien y lo que estaba mal. Si el español no tenía una palabra para referirse a determinado objeto, sentimiento o concepto, o surgía un nuevo invento que el español no podía nombrar, era perfectamente lícito coger una palabra ajena. Pero, en el caso de que el español tuviera ya una palabra con el mismo significado, había que evitarla.

Así, nuestros profesores nos censuraban palabras en clase como skate, porque teníamos que decir monopatín, y nos alarmaban sobre el exceso de anglicismos en nuestro vocabulario. No sé qué será de ellos, pero supongo que se estarán mesando los cabellos con las nuevas generaciones.

Esos mismos profesores, sin embargo, se llenaban de orgullo cuando hablaban de los préstamos que el español había dado a otras lenguas, principalmente al inglés. El inglés parecía el enemigo a batir. 

A mí eso me chirriaba. ¿Los préstamos en español son malos, pero si los préstamos son del español a otras lenguas, entonces son buenos? Era evidente que ahí no había ningún argumento lingüístico. Más bien, en el sustrato, entre bambalinas, de lo que nos estaban hablando era de preponderancia cultural, social, de resistencia ante la colonización cultural y lingüística anglosajona, tal vez. Quizá era simple orgullo patrio (lingüístico). Sea lo que fuere, el caso es que motivos lingüísticos para rechazar una u otra palabra... parece que no hay.

Un significante (la cadena fónica) se junta con un significado para representar un concepto. ¿Por qué skate cumple peor su función que monopatín? Por nada, ambas son igualmente válidas hable la lengua que hable el que la diga. 


 

Aparte, pensar que un préstamo solo es lícito cuando no existe una palabra en el idioma de recepción supone pensar que el idioma de recepción no puede crear un término, cuando cualquier lengua del mundo está capacitada para nombrar cualquier objeto, sensación, cosa... que le sea necesario. 

También he escuchado el argumento de lo adecuado y genuino.

Lo adecuado y lo genuino

Primero hablaremos de lo que es genuino.  ¿Qué es lo genuino de una lengua? Como he leído en algún sitio: "lo que es XXXXXXX (introducir aquí cualquier idioma), vaya". 

¿Lo genuinamente español es ese 23% de palabras patrimoniales (en el resto de lenguas de nuestro alrededor la proporción es similar)? O ¿algunos préstamos sí son válidos mientras que otros no? ¿Por qué? ¿Cuál es el criterio de aceptabilidad? ¿Es la lengua de origen lo que hace que un préstamo sea mejor que otro? ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que un préstamos sea algo genuino de la lengua que lo ha tomado? ¿Generaciones, décadas, siglos? ¿Lo tiene que decidir una academia? Lo genuino es un concepto relativo, subjetivo y que se presta mucho a la libre interpretación que convenga a cada uno. 

He escuchado por ahí que los préstamos son lobos disfrazados de oveja y son una amenaza para la lengua (literalmente). Es exactamente lo mismo que se decía en la España decimonónica sobre las palabras que venían del francés (actualmente la gente ni siquiera sabe reconocer esas palabras y todas les parecen españolísimas). Lo mismo que se dice hoy sobre el inglés. La esencia de la lengua en peligro.

Esa "esencia" de la lengua (que tendríamos que ver qué es exactamente) ha cambiado tantas veces, se ha alterado y modificado tanto con el paso del tiempo, que lo de verdad peligroso sería que no siguiera cambiando, porque significaría que es una lengua condenada a la desaparición. El léxico se renueva con palabras de otras lenguas mientras otras palabras caen en desuso, es una mera cuestión de adaptación a las nuevas realidades. Mientras más global sea nuestra sociedad, más global será nuestra lengua.

Y esto no quiere decir que no haya cosas que a mí, como a cualquier hablante, me chirríen. Intento ser totalmente objetivo, empírico y científico, pero soy una persona de mi tiempo criado en mi contexto y mis circunstancias, y cojeo, como todos. Por ejemplo, me duele el alma cada vez que escucho a alguien decir tengo una call. Pero el problema no es de la palabra ni de la lengua, es mío. A mí esa frase me suena ridícula, pero como lingüista sé que es como cualquier otra y no debo montar una campaña en su contra. La persona que la dice y usa la ha asimilado y quizá el resto de la sociedad, con el tiempo, también lo haga. Y no pasa nada.



Seguimos con el asunto de la adecuación. La adecuación lingüística se entiende como tener la capacidad de modificar tu resgistro de habla según la situación en que te encuentres. No deberías hablar igual con el presidente del gobierno que con tu primo, por ejemplo. No hablas igual defendiendo la tesis ante un tribunal que tomándote unas cañas, por ejemplo. Por lo tanto, una persona que tiene esas herramientas habla bien, o de forma correcta, y una persona que no escoge las palabras adecuadas en cada momento habla de forma incorrecta.

A mí esta conclusión me parece que es plenamente social, no lingüística, y por lo tanto libre a la subjetividad de cada uno. Evidentemente el estándar de las lenguas es una creación de las esferas de poder. Sí, puede que hoy día no sea como antes, pero lo que tenemos hoy es consecuencia de lo que se creó ayer. Por lo tanto, lo que se considera correcto es un producto que la clase dominante ha considerado bueno (y que el grueso de la población ha aceptado, sin duda).

 La capacidad para tener un registro mejor está directamente relacionado con la calidad de la educación y del contexto social, que es una consecuencia del poder adquisitivo. Es decir, si has nacido en un barrio marginal y has dejado el colegio con 16 años para trabajar y ganar dinero para sobrevivir, hablarás toda tu vida mal, mientras que si has nacido en el barrio de Salamanca, hablarás bien. No puede ser tan fácil, ¿no? No puede ser tan clasista, ¿no? No puede ser, en fin, tan injusto. Me parece una visión que se acomoda a los estándares de una élite social determinada. No me convence (que igual a ti sí, esto es cuestión de opinión).

Para mí, y esta es mi visión totalmente personal, no es nada fácil decir lo que es hablar bien o mal. Me decanto por pensar que hablar mal es simple y llanamente no saber expresar tus pensamientos. Si no sabes comunicar lo que tienes dentro, si los que te rodean no te entienden, eso podría ser, para mí, hablar mal. Sin embargo, esta conclusión no escapa de polémica, porque parece que se amolda a la teoría de que la función principal de la lengua es la comunicación, cuando esto es debatible. Hablaré de ello en otro momento.  

Realmente, el tema de hablar bien y hablar mal es largo y me gustaría dedicarle otro post

En fin, no hay ningún problema lingüístico (sociales todos los que queráis y probablemente más) en usar palabras de otras lenguas en tu idioma (de hecho, una vez que se usan, ¿no son ya de tu idioma también?), la lengua nunca ha sido ni será pura ni genuina, el léxico es una mezcla infinita que va a seguir mezclándose más todavía con el paso del tiempo, y pensar que una palabra solo puede tomarse cuando no existe en tu idioma es pensar que las lenguas tienen limitaciones para expresar la realidad que nos rodea, lo que no es cierto. 

La lengua que ha triunfado más que las demás

 Sí, el inglés es una lengua que ha tomado préstamos a mansalva, a cascoporro, a manos abiertas, barra libre de préstamos. Tanto es así que actualmente se calcula que un 29% de sus palabras son de origen francés (aquí se meten también las palabras normandas, el normando fue y es una lengua de oil, un grupo de lenguas del norte de Francia entre las que está el francés), el 29% del latín, el 26% son de origen germánico (aquí están las palabras patrimoniales, pero también las que vienen del antiguo nórdico, del neerlandés...), un 6% del griego y el resto de muchas otras lenguas. El 58% de las palabras del inglés son de origen latino. En español nos consolamos con que la mayoría de nuestras palabras y préstamos son también de origen latino, y eso parece que disimula el préstamo y duele menos, pero en inglés el 59% de palabras viene de otra familia lingüística. 

¿Qué le pasa al inglés? ¿Es peor idioma? Pues, socialmente no parece que importen sus préstamos, es la lengua de prestigio y cultura global, las generaciones más jóvenes tienen cada vez más anglicismos y hablan mejor inglés, también consumen más inglés y es una idea general que "en inglés todo suena  mejor". 

Al final, el resumen de lo que pasa con los préstamos, si me permitís un resumen tan corto como banal e incluso soez, es que hay mucho chovinismo.


Imágenes

Cabecera: pues he puesto préstamos en Google y lo más aceptable que ha salido sin derechos es esto. La verdad es que no es fea, el rollo así como ochentero que tiene me mola. (PxHere)

1_ El foro romano, Roma. Qué sitio tan maravilloso, y cómo nos encanta en el mundo occidental todo lo que fue y pasó en Roma. (PxFuel)

2_ Un nota en skate por la Gran Vía de Madrid, que es la calle más maravillosa del mundo. (Xmigrations)

3_ El Gòtic de Barcelona. Una cosa que em passa sempre a Barcelona i que no em passa a cap altre lloc: sempre que hi vaig tinc la sensació de que no em recordava del bonica que és. M'encanta esta ciutat. Una pena que no tinga la Gran Vía de Madrid. :P  Perdó si hi ha algun error en el meu català-valencià autodidacta. (Pixabay)

 

Bibliografía

miércoles, 23 de marzo de 2022

La doble negación

 

 


Siempre se habla de que, a diferencia del inglés, el español tiene doble negación. 

Para abordar este tema primero tendríamos que delimitar el concepto, es decir, saber a qué nos referimos cuando hablamos de una doble negación. Después, tendríamos que ver cómo funciona esta en español y cómo lo hace en los idiomas cercanos, en este caso los de la misma familia romance. 

Si el objetivo final es compararlo con el inglés (que en este caso sí lo es, porque queremos ver si la popular frase que da inicio a este texto es cierta desde un punto de vista gramatical), tendríamos que ver la situación actual del inglés y, finalmente, ir a la comparación.

Vamos a hacerlo todo, pero, como cabe esperar, aquí solo vamos a tratar el tema muy someramente. Sobre esto hay muchísima literatura científica escrita y todavía hay algunas posiciones que no están aclaradas. Tomaos esto como un simple resumen de resúmenes de resúmenes de resúmenes... Et ad infinitum.

 ¿Qué es una doble negación?

Desde el punto de vista popular, las frases como no quiero nada, no tengo nada, no me dice nada, no viene nunca, no viaja nunca tienen dos palabras que son negaciones. Una, la más evidente, es el adverbio no, mientras que la segunda es la que sigue al verbo: nada, nunca

En español hay muchas palabras que funcionan como una negación. Incluso existen afijos, que el hablante medio no reconoce como palabra independiente, por ejemplo: in- (o sus variantes i-/im-/ir-...). Veamos los ejemplos:

El estudiante es reflexivo 

El estudiante es irreflexivo

La segunda frase equivale (con ciertos matices) a decir que el estudiante no es reflexivo. Vemos claramente el carácter de negación del prefijo i-.

¿Y qué pasa si mezclamos i- con un no?

El estudiante no es irreflexivo

En este caso hemos unido dos negaciones, y el resultado es positivo: 

El estudiante no es (no) reflexivo = el estudiante es reflexivo

Mmmmm. Parece que hay un problema. ¿Cómo se explica esta última frase?

Si dos negaciones en español suman y dan un resultado positivo ¿qué son nunca, nada en las primeras oraciones?

 

Los términos de polaridad negativa

Ninguno, nada, nunca, jamás, nadie e incluso sino y ni pueden funcionar como términos de polaridad negativa. 

No me quiere nadie

En esta frase hay una palabra que niega, es no, y nadie es un término de polaridad negativa, es decir, una palabra que se ve arrastrada por la negación, es un tipo de condordancia. Por sí sola, sin embargo, no niega. Podemos comprobarlo:

*Me quiere nadie

Cualquier hablante medio considerará que esta frase no es aceptable. Nadie no tiene capacidad para negar en esa posición. La prueba definitiva es su versión positiva, totalmente aceptable:

Me quiere alguien

Pero seguro que todos os estáis preguntando: ¿y qué pasa cuando cambio nadie de sitio? Ay, pues toda la razón. Con la sintaxis nos hemos topado.

Nadie me quiere

Cuando una de las palabras anteriormente indicadas se coloca delante del verbo, se carga de sentido negativo, por lo tanto, no es necesario colocar no, ya que nadie (en este caso) lo sustituye. 

*Nadie no me quiere

Aunque esta última fórmula no parece aceptable a la generalidad de los hablantes hoy día, debemos remarcar que sí lo fue en español hace algunos siglos, y que hoy en día sigue existiendo en zonas andinas, en Paraguay y en áreas de España donde el castellano coexiste con el catalán. En todos los casos parece ser calco de las lenguas con las que se convive. 

La necesidad de concordancia de la negación es tal, que a veces influye al verbo:

¡Bebe!/¡No bebas!

Creo que lee mucho/No creo que lea mucho

En resumen: la polaridad negativa es una concordancia. Igual que tenemos que concordar persona y número entre pronombre y verbo, o género y número entre adjetivo, artículo y sustantivo, tenemos que concordar verbo positivo y sus partículas y verbo negativo con sus partículas. 

Así pues, la frase No vi a nadie no es una doble negación. Solo hay una palabra que niegue. 


La situación en las lenguas romances

Este apartado debería ser el más extenso, así que voy a intentar resumir: en casi todas las demás lenguas romances funciona casi todo básicamente igual.

 

La situación en inglés

En inglés, por decirlo de una forma mala y rápida, estas palabras que en español son términos de polaridad negativa son siempre negaciones. Es por ello que en inglés esta frase:

*I don't have nothing

No es aceptable para la mayoría de hablantes (aunque para algunos sí, el inglés es una lengua enorme con muchas variantes). 

Pero esto no quiere decir que la lengua anglosajona no conozca la polaridad negativa.

I have something

*I don't have something/I don't have anything

La oración marcada con el asterisco no es aceptable para los hablantes. La negación, al igual que en español, induce un efecto negativo al resto de la frase y es necesario cambiar la partícula something por anything

 


 

 

Qué pasa en otros lejanos y exóticos idiomas

Tenemos el caso del inglés, en que palabras como nothing, nobody funcionan siempre como negaciones; el caso de la mayoría de lenguas romances, en que pueden ser negaciones o términos de polaridad negativa; y tenemos el caso del coreano, en que solo son términos de polaridad negativa. Es decir, en coreano no podemos decir:

Nadie tiene miedo

Habría que decir:

Nadie no tiene miedo

En la bibliografía encontraréis un enlace para más información sobre este tema en coreano, por si os interesa. Vamos, que he puesto el coreano por darle un toque de color a esto, pero que en catalán pasa lo mismo, ¿eh? Por si no queréis ir tan lejos.

También en croata ocurre lo mismo, y lo pongo porque sí puedo escribir en croata y no en coreano, así queda más guay:

*Nitko ima psa

Literalmente es Nitko = nadie, ima = tiene, psa = (un) perro. Esto no es aceptable por los hablantes, que necesitan colocar la negación.

Nitko nema psa 

Ahora tenemos nema (que es una forma contraída de ne + ima, o sea, no tiene) y esta es la forma corriente y normativa de decirlo.


Conclusiones rápidas 

Pues parece que, según hemos visto, el español no tiene doble negación, porque las palabras que pensamos que son esa segunda negación en realidad no son tal. Tampoco lo tiene el inglés, ahí la sabiduría popular coincide con la gramatical. Ambas lenguas tienen términos de polaridad negativa, que seguramente esto ha sido un uau para todo el mundo que nadie se esperaba. 

Y luego están lenguas como el coreano, el catalán o el castellano antiguo en que los términos de polaridad negativa, ocupen la posición que ocupen, no sirven por sí solos para negar. 

Pues ya estaría todo. Ya sabes que el español no tiene doble negación (o sí, pero no es lo que pensabas). De todas formas, si quieres seguir diciendo que sí tiene porque a ti te lo parece y porque esto no te ha parecido correcto, pues adelante. Queda más interesante con una birra. 

 

Avisos importantes

Hay mucho escrito sobre este tema y no todos los autores coinciden. Algunos, de hecho, hablan abiertamente de doble negación en casos como nadie ha visto nada

Como no podía ser de otra forma, esto es solo una visión parcial y resumida de un tema amplio y complejo.


Imágenes

Cabecera: el dicharachero Bugs Bunny diciendo que no con boquita francesa. (Verne, El País)

1_ El pesandor, de Rodin. Fue mi inspiración para el elaborado ejemplo del niño reflexivo. (Wikimedia Commons)

2_ Un cartel en el que aparecen las palabras nothing y something, que las he usado en los ejemplos. Es que es muy difícil encontrar fotos para este tema. (Flickr)

 

 

Bibliografía

- Asociación de Academias de la Lengua Española Nueva gramática de la lengua española Espasa Libros, 2009, Madrid

- Wikipedia. Polaridad (gramática)

- Sitio Oficial de la Lengua Española

- Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid

martes, 8 de marzo de 2022

Les amigues

 


 

Se calcula que a finales del Imperio romano el latín hablado ya solo disponía de dos casos, el nominativo y el oblicuo (que era una especie de fusión de todos los demás). Es decir, después de varios siglos en que formas nuevas y antiguas habían estado en boca de los hablantes, se llevó a cabo uno de los mayores vuelcos que puede haber en un idioma con declinaciones: la reducción hasta la mínima expresión del sistema de casos, situación encaminada hacia una evidente pérdida. Y ocurrió. Y aquí seguimos, tan tranquilos. Nuestra lengua ha perdido todas las declinaciones (para algunos queda un pequeño resto) y ahora eso es lo elegante.

Entre los siglos XV-XVII el español sufrió grandes transformaciones fonéticas. Desaparecieron sonidos muy frecuentes, como el sonido "ts" de la palabra italiana pizza, o la "sh" del inglés show, y en su lugar aparecieron nuevos, como el sonido de la zeta actual o el de la jota. Una profesora en la universidad (información no contrastada, pero que funciona muy bien como ejemplo) nos dijo que a Carlos I de España y V de Alemania le enseñaron a decir estos sonidos "ts" y "sh" cuando ya empezaban a ser minoritarios. A él le enseñaron castellano o español correcto, mientras que esos fonemas eran modas que corrompían la lengua. Y después de semejante cambio, no ha pasado nada. Felices con nuestros sonidos corrompidos. No solo felices, es que ahora son los cultos. Una amiga argentina que estudió en el colegio en los años 90, en su país, me comentó que la profesora les obligaba a distinguir los sonidos originales de la letra y y del dígrafo ll, cuando ninguno de los dos sonidos existe en su ciudad. Estos ejemplos de correcciones hacia la lengua "buena" son constantes. 

La polémica

Hace poco ha surgido un nuevo género gramatical en español, que acaba en -e y sirve para no expresar el sexo biológico o la identidad de género social (perdón si he dicho alguna barbaridad, no soy especialista en estos temas). Y la gente se está llevando las manos a la cabeza. 

Si este tercer género triunfara no pasaría absolutamente nada. Los hablantes que crecieran con él lo verían tan natural como vemos nosotros hablar con dos géneros gramaticales, y estarían felices con su tercer género y lo considerarían la norma culta. Hablar con dos géneros, tal vez, se vería antiguo y se usaría en películas ambientadas en el siglo XX, como hacemos nosotros con el "vos" y las pelis medievales. Y la lengua seguiría mirando hacia adelante, cambiando y mezclándose en un futuro incierto con desconocidas formas nuevas.

Las críticas

La primera crítica que se le hace al tercer género es que no cabe dentro del español, porque en español solo hay dos géneros. Lo cierto es que no está tan claro que en español haya solo dos géneros, ya que algunos piensan que aún tenemos restos del neutro del latín (esto, aquello, lo, ello...). En cualquier caso, y aunque solo haya dos, añadir un tercer género será mucho menos traumático que perder el neutro, cinco declinaciones, cinco casos (o seis, depende de cómo se mire) y reformular prácticamente la mitad del sistema verbal. Todo eso le pasó al latín, que, podríamos decir, es lo que nosotros hablamos, pero con otro nombre.

Añadir un tercer género sería un cambio similar al que vivió el español entre los siglos XV-XVII, cuando su sistema fonético se vio sacudido por una serie de cambios que provocaron una reacción en cadena y alteraron todo el sistema. 

Y el caso es que, cambie mucho o cambie poco la lengua, no pasa nada. Vamos a seguir hablando igual, y la norma cambiará como hace constantemente (a un ritmo mucho más lento que la lengua hablada, ciertamente), y ya está.

Otra crítica que se le hace es que no es un cambio natural. Primero tendríamos que entender qué es un cambio natural. Cuando una palabra se introduce en una lengua, los hablantes saben perfectamente que están usando voluntariamente una palabra extranjera. ¿Alguien hoy en día no sabe que en la frase "voy a hacer una call" la palabra "call" viene del inglés? Y se sigue usando voluntariamente. ¿Las palabras nuevas entran de forma natural? Cuando introducimos palabras estamos cambiando la lengua, aunque solo sea superficialmente.

De todas formas, y si este ejemplo ha sabido a poco, vayamos con cambios gramaticales totalmente voluntarios que hoy nos parecen de lo más normal. En el castellano medieval la forma superlativa de los adjetivos "-ísimo" no existía. Para hacer comparaciones de adjetivos se usaba siempre "más/menos/el más/el menos". Durante los ss. XV y XVI, con el humanismo y el Renacimiento, entre las clases cultas se puso de moda añadir -ísimo a los adjetivos, porque este sufijo era latino y quedaba bien. El caso es que las clases populares se reían de esta forma de hablar, y metían "-ísimos" en cualquier palabra para reírse de lo que hoy llamaríamos pijos. Y aquí está hoy día nuestro "-ísimo", fruto de una decisión y moda estética y estilística de una minoría y aceptado por todos con agrado. Y no ha pasado nada. Debo añadir que aunque se puso de moda, hay testimonios de -ísimo desde el siglo XII, aunque escasos, y que algunos lo asocian al lenguaje eclesiástico. Pero ese es otro tema.

 

Para acabar

 

La aceptación del cambio lingüístico es socialmente complicada. Solemos tener un rechazo a la novedad innato y, además, no nos gusta que nos cambien lo que ya tenemos establecido y damos por sentado. 

El pronombre "elle", por ejemplo, no plantea ningún problema para la lengua, en la lengua cabe todo, la lengua lo acepta todo, somos nosotros, con el uso de las nuevas formas, los que provocamos la aceptabilidad o el rechazo. Saltarse la norma no importa. Constantemente escuchamos patadas a la norma, desde el telediario hasta las conversaciones con los compañeros de trabajo. Lo que causa rechazo es el trasfondo social que tiene detrás "elle". Es decir, no molesta "elle", molesta el cambio en la sociedad que implica.

Que conste que esto no es ninguna defensa del tercer género. Como lingüista, mi papel no debe ser juzgar como bueno o malo ningún fenómeno, simplemente estudiarlo, analizarlo y observarlo. Lo que es incuestionable desde una perspectiva histórica es que este cambio no tiene nada de especial ni novedoso, al menos, en tanto cambio. Los usos políticos y sociales voluntarios de la lengua son tantos que lo complicado es no encontrarlos en algún momento.

Como hablante, yo no suelo usarlo salvo en contadísimas ocasiones en que quiero hacer hincapié, de alguna manera, en la ausencia o indeterminación de género social (de nuevo pido disculpas por la ignorancia del tema) en mi discurso. Y no me ha pasado nada. Si quiero, lo uso, si no, no lo uso, porque nadie me obliga a ello y yo lo interpreto y uso a mi manera. Si llega el momento en que se hace de uso general, todas las interpretaciones y usos de la comunidad de hablantes se pondrán en común y pasará al estándar. Y, si no triunfa, quedará como otro cambio que no se impuso, como tantos otros. Por poner un ejemplo, durante un tiempo, en la Edad Media, se perdía la "-e" final: noch en vez de noche, val en vez de valle... pero no consiguió derrocar a la forma anterior, con la -e.

Cada uno puede criticar o apoyar, si así lo desea, este tercer género o cualquier otro aspecto del lenguaje inclusivo, pero, en realidad, dudo que haya algún argumento lingüístico (como adjetivo de la ciencia lingüística, no como relativo a la lengua) en ninguna de las partes. La lengua no hace más que reflejar la sociedad en la que se habla, y no al contrario.  


Imágenes

Cabecera: editorial Maeva. Tiene truco, porque no es que sea un libro escrito con lenguaje inclusivo, es que está en catalán, y en esta lengua el plural femenino es "-es". Pero bueno, oye, da el pego. 

1_ Fachada del edificio de la RAE, una institución que limpia, fija y da esplendor. Por si se dudaba. (Flickr)

2_ Estatua de Nebrija en la Biblioteca Nacional de España. Seguro que en algún momento sus sirvientes se rieron de él porque decía adjetivos que acababan en "ísimo". (Flickr)


Bibliografía

- Andrzej Zelinski Evolución semántico-sintáctica del sufijo superlativo -ísimo en castellano Universidad Jaguelónica de Cracovia, 2013

- Sobre la expresión del superlativo en español 

- Chaofang Wang Las fórmulas superlativas en el español de los siglos XVIII y XIX Universidad Autónoma de Madrid, dirigida por Ana Serradilla Castaño, 2013

viernes, 4 de marzo de 2022

El neolatino


 

 

Las lenguas construidas están viviendo un auténtico boom desde hace unas décadas, y me parece que el éxito de las películas de Peter Jackson sobre la más famosa obra de Tolkien, El señor de los anillos, tiene algo que ver.



Sin embargo, y pese a su actual auge, sobre todo para series, novelas o pelis, las lenguas construidas (conlang, como se llaman ahora, de constructed language) tienen una larguísima historia. La primera de la que tenemos constancia (que yo sepa) es, ni más ni menos, que de la Edad Media. Seguro que alguno estaba pensando en principios del siglo XX y el esperanto. Pero no, el esperanto es un jovenzuelo al lado de muchos otros.

Este tipo de lenguas se han dividido, tradicionalmente, en tres tipos (varios más, pero estos son los más importantes): comunicativas, como el famoso esperanto; artísticas, como las lenguas de Tolkien; y filosóficas, como el toki pona.

Los conlangs comunicativos tienen el objetivo de servir para la comunicación entre personas. Los artísticos tienen un valor principalmente estético o una clara intención de formar parte de una obra de arte, y los filosóficos hacen alguna propuesta o se formulan bajo un precepto concreto. Por ejemplo, el toki pona pretendía ser una lengua con la que solo se pudieran expresar conceptos positivos.

Pero, antes de continuar: ¿qué es una lengua construida? 

Los conlangs

Cuando pensamos en lenguas naturales, nos vienen a la cabeza las lenguas que hablamos por la calle, con nuestros amigos o familiares. En contraposición, una lengua artificial o construida es aquella que una persona, o varias, han creado por consenso, deliberadamente.

Las lenguas naturales también son creadas por consenso, solo que en vez de ser pactos realizados entre dos personas, que fácilmente pueden ponerse de acuerdo entre ellas, son acuerdos tácitos entre miles o incluso millones de hablantes. De hecho, cuando en un grupo de amigos se inventa una palabra nueva, algo que ocurre constantemente, es una decisión que se toma en determinado grupo de hablantes y es totalmente deliberado. Que traspase los límites del grupo que la inventó depende de la aceptabilidad que tenga el término fuera de su esfera de origen. Si lo consigue, la palabra formará parte del habla local y, con el tiempo, incluso del general.

En realidad, vemos que las lenguas naturales y las artificiales parten de una línea de salida no tan diferente.


 

Ahora pensemos en este texto, sí, este mismo, el que estás leyendo. Rápidamente lo identificarás como español, pero no es la lengua que usas con tus amigos, ni con tu familia. El registro es cualitativamente diferente. Las estructuras, las palabras, la expresión... todo está cuidado, planificado. Una diferencia entre la lengua escrita y la oral es la espontaneidad (aunque internet y las redes sociales están haciendo que esta diferencia sea cada vez menos clara). Por eso, este texto carece de muchos giros y expresiones que usamos cuando hablamos. Al mismo tiempo, cuando hablamos, raramente usaríamos palabras o un discurso tan planificado como el que estás leyendo aquí.

¿Quién decide cómo escribimos? Una institución de la que ni tú ni yo formamos parte. Lo que decide la RAE se decide como aquellos dos que acordaron tomar tal o cual decisión para su lengua inventada. El estándar, de cualquier lengua, tiene mucho de lengua artificial. Que conste que esto no tiene absolutamente nada de malo ni es mi intención desprestigiar tal labor. 

Sí, es incuestionable que las modalidades estandarizadas de lenguas naturales están basadas en una realidad hablada, pero incluso esto es cuestionable en determinado grado. La inmensa mayoría de su historia, la norma se fijó con base en las grandes obras literarias, por tanto, estaba fundamentada en la literatura, no en el habla general. 

Pero bueno, no quería meterme tanto en este tema. De hecho, le dedicaré un artículo en exclusiva en el futuro. Todo esto era solo para hablaros de un nuevo estándar que, como romanista, me hace mucha ilusión: el neolatino.

¿Qué es el neolatino?

Como su creador, Jordi Cassany-Bates, dice: "es un estándar para una lengua que ya existe: el romance". Esta frase puede pareceros una locura, porque decir que el romance es una lengua significa que el italiano, el francés y el español son el mismo idioma. Sobre el complicadísimo concepto de lengua hablaré, también, en otro artículo futuro.

La intención del neolatino es crear un estándar que puede ser rápidamente aprendido y reconocible por todos los hablantes latinos para comunicarse. Así, si veis un texto en neolatino y habláis portugués, español, catalán, italiano, napolitano, occitano... no tendréis casi ningún problema en entender todo. Si solo hablas francés o rumano, a lo mejor te cuesta un poco más (son las dos que más se han distanciado de las demás, y son un quebradero de cabeza para todos los intentos de unificar las lenguas romances, que ha habido incontables).

En su página web encontraréis una gran cantidad de textos y enlaces a blogs escritos con este estándar. Veamos aquí un ejemplo:

La urgentia de la sete me faceu temerario. Considerai que èra ad unos trenta pèdes de
la arena; me lancîai, clausos los òclos, legatas ad lo dòrso las manos, montannîa joso.
Fundei la faccîa sanguilentas en la aqua oscura. Bevei como se abbeven los animales.
Ante de perdere-me altra vece en lo sòmno et en los delirios, inexplicàbilemente
repetei unas paraulas grècas: los riccos teucros de Zelea que beven la aqua negra de lo
Esepo...

Es un fragmento de El inmortal, de Borges. Un cuento magnífico que recomiendo a todo el mundo (y a mí no me gusta particularmente Borges). 

El neolatino cuenta con una comunidad creciente y tiene cuenta de Telegram, Twitter, Instagram y Facebook. Además, en mayo de 2022 se va a celebrar el primer congreso internacional.



En estos tiempos en que el Reino Unido ha abandonado la Unión Europea y ninguno de sus países actuales ha propuesto el inglés como su lengua oficial en la asociación (Irlanda eligió el irlandés y Malta, el maltés), hay quien defiende que la lengua vehicular de la Unión Europea debería dejar de ser el inglés. En este sentido, algunos proponen el latín, la lengua que durante más tiempo fue la de cultura y prestigio en todos los países de Europa (salvo muy pocas excepciones, como Turquía). También el francés, quienes algunos opinan que es una opción más natural ya que es una lengua con hablantes nativos (y no he uso el adjetivo "viva" porque es muy discutible que el latín sea una lengua "muerta").

Hay opiniones para todos los gustos. Cada cual que se forme la suya. 



Imágenes

Cabecera: salve, que es hola en latín, más o menos.  (PxHere)

1_ El anillo único, forjado por el señor oscuro Sauron en los fuegos del destino. Sí, soy un frikazo de El señor de los anillos. Este anillo tenía la característica de que su grabado solo era visible cuando se calentaba. Es la lengua oscura de Mordor, pero escrita con el alfabeto élfico llamado tengwar. (Pixabay)

2_ La bandera del movimiento esperantista. Esta bandera, para los que se identifican con esta lengua y su ideología de trasfondo, significa la unidad de todos los pueblos del mundo. (Pixabay)

3_ Un retrato de Borges. Tampoco es que sea muy guay, la verdad. (Wikimedia Commons)