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viernes, 4 de marzo de 2022

El neolatino


 

 

Las lenguas construidas están viviendo un auténtico boom desde hace unas décadas, y me parece que el éxito de las películas de Peter Jackson sobre la más famosa obra de Tolkien, El señor de los anillos, tiene algo que ver.



Sin embargo, y pese a su actual auge, sobre todo para series, novelas o pelis, las lenguas construidas (conlang, como se llaman ahora, de constructed language) tienen una larguísima historia. La primera de la que tenemos constancia (que yo sepa) es, ni más ni menos, que de la Edad Media. Seguro que alguno estaba pensando en principios del siglo XX y el esperanto. Pero no, el esperanto es un jovenzuelo al lado de muchos otros.

Este tipo de lenguas se han dividido, tradicionalmente, en tres tipos (varios más, pero estos son los más importantes): comunicativas, como el famoso esperanto; artísticas, como las lenguas de Tolkien; y filosóficas, como el toki pona.

Los conlangs comunicativos tienen el objetivo de servir para la comunicación entre personas. Los artísticos tienen un valor principalmente estético o una clara intención de formar parte de una obra de arte, y los filosóficos hacen alguna propuesta o se formulan bajo un precepto concreto. Por ejemplo, el toki pona pretendía ser una lengua con la que solo se pudieran expresar conceptos positivos.

Pero, antes de continuar: ¿qué es una lengua construida? 

Los conlangs

Cuando pensamos en lenguas naturales, nos vienen a la cabeza las lenguas que hablamos por la calle, con nuestros amigos o familiares. En contraposición, una lengua artificial o construida es aquella que una persona, o varias, han creado por consenso, deliberadamente.

Las lenguas naturales también son creadas por consenso, solo que en vez de ser pactos realizados entre dos personas, que fácilmente pueden ponerse de acuerdo entre ellas, son acuerdos tácitos entre miles o incluso millones de hablantes. De hecho, cuando en un grupo de amigos se inventa una palabra nueva, algo que ocurre constantemente, es una decisión que se toma en determinado grupo de hablantes y es totalmente deliberado. Que traspase los límites del grupo que la inventó depende de la aceptabilidad que tenga el término fuera de su esfera de origen. Si lo consigue, la palabra formará parte del habla local y, con el tiempo, incluso del general.

En realidad, vemos que las lenguas naturales y las artificiales parten de una línea de salida no tan diferente.


 

Ahora pensemos en este texto, sí, este mismo, el que estás leyendo. Rápidamente lo identificarás como español, pero no es la lengua que usas con tus amigos, ni con tu familia. El registro es cualitativamente diferente. Las estructuras, las palabras, la expresión... todo está cuidado, planificado. Una diferencia entre la lengua escrita y la oral es la espontaneidad (aunque internet y las redes sociales están haciendo que esta diferencia sea cada vez menos clara). Por eso, este texto carece de muchos giros y expresiones que usamos cuando hablamos. Al mismo tiempo, cuando hablamos, raramente usaríamos palabras o un discurso tan planificado como el que estás leyendo aquí.

¿Quién decide cómo escribimos? Una institución de la que ni tú ni yo formamos parte. Lo que decide la RAE se decide como aquellos dos que acordaron tomar tal o cual decisión para su lengua inventada. El estándar, de cualquier lengua, tiene mucho de lengua artificial. Que conste que esto no tiene absolutamente nada de malo ni es mi intención desprestigiar tal labor. 

Sí, es incuestionable que las modalidades estandarizadas de lenguas naturales están basadas en una realidad hablada, pero incluso esto es cuestionable en determinado grado. La inmensa mayoría de su historia, la norma se fijó con base en las grandes obras literarias, por tanto, estaba fundamentada en la literatura, no en el habla general. 

Pero bueno, no quería meterme tanto en este tema. De hecho, le dedicaré un artículo en exclusiva en el futuro. Todo esto era solo para hablaros de un nuevo estándar que, como romanista, me hace mucha ilusión: el neolatino.

¿Qué es el neolatino?

Como su creador, Jordi Cassany-Bates, dice: "es un estándar para una lengua que ya existe: el romance". Esta frase puede pareceros una locura, porque decir que el romance es una lengua significa que el italiano, el francés y el español son el mismo idioma. Sobre el complicadísimo concepto de lengua hablaré, también, en otro artículo futuro.

La intención del neolatino es crear un estándar que puede ser rápidamente aprendido y reconocible por todos los hablantes latinos para comunicarse. Así, si veis un texto en neolatino y habláis portugués, español, catalán, italiano, napolitano, occitano... no tendréis casi ningún problema en entender todo. Si solo hablas francés o rumano, a lo mejor te cuesta un poco más (son las dos que más se han distanciado de las demás, y son un quebradero de cabeza para todos los intentos de unificar las lenguas romances, que ha habido incontables).

En su página web encontraréis una gran cantidad de textos y enlaces a blogs escritos con este estándar. Veamos aquí un ejemplo:

La urgentia de la sete me faceu temerario. Considerai que èra ad unos trenta pèdes de
la arena; me lancîai, clausos los òclos, legatas ad lo dòrso las manos, montannîa joso.
Fundei la faccîa sanguilentas en la aqua oscura. Bevei como se abbeven los animales.
Ante de perdere-me altra vece en lo sòmno et en los delirios, inexplicàbilemente
repetei unas paraulas grècas: los riccos teucros de Zelea que beven la aqua negra de lo
Esepo...

Es un fragmento de El inmortal, de Borges. Un cuento magnífico que recomiendo a todo el mundo (y a mí no me gusta particularmente Borges). 

El neolatino cuenta con una comunidad creciente y tiene cuenta de Telegram, Twitter, Instagram y Facebook. Además, en mayo de 2022 se va a celebrar el primer congreso internacional.



En estos tiempos en que el Reino Unido ha abandonado la Unión Europea y ninguno de sus países actuales ha propuesto el inglés como su lengua oficial en la asociación (Irlanda eligió el irlandés y Malta, el maltés), hay quien defiende que la lengua vehicular de la Unión Europea debería dejar de ser el inglés. En este sentido, algunos proponen el latín, la lengua que durante más tiempo fue la de cultura y prestigio en todos los países de Europa (salvo muy pocas excepciones, como Turquía). También el francés, quienes algunos opinan que es una opción más natural ya que es una lengua con hablantes nativos (y no he uso el adjetivo "viva" porque es muy discutible que el latín sea una lengua "muerta").

Hay opiniones para todos los gustos. Cada cual que se forme la suya. 



Imágenes

Cabecera: salve, que es hola en latín, más o menos.  (PxHere)

1_ El anillo único, forjado por el señor oscuro Sauron en los fuegos del destino. Sí, soy un frikazo de El señor de los anillos. Este anillo tenía la característica de que su grabado solo era visible cuando se calentaba. Es la lengua oscura de Mordor, pero escrita con el alfabeto élfico llamado tengwar. (Pixabay)

2_ La bandera del movimiento esperantista. Esta bandera, para los que se identifican con esta lengua y su ideología de trasfondo, significa la unidad de todos los pueblos del mundo. (Pixabay)

3_ Un retrato de Borges. Tampoco es que sea muy guay, la verdad. (Wikimedia Commons)

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