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jueves, 17 de febrero de 2022

¿Qué es un lingüista? ¿Qué es la lingüística?

 

La ciencia

La lingüística es el estudio científico del lenguaje, y con solo esta afirmación ya entramos de lleno en la primera duda: ¿es, de verdad, la lingüística una ciencia? Normalmente asociamos la ciencia a batas, probetas de ensayo, partículas, átomos, matemáticas... y el estudio del lenguaje podría parecer, en principio, lejano a la idea que tenemos del conocimiento o la práctica científica. 

La definición de ciencia es complicada y arrastra un ya largo debate que no está exento de polémica. Voy a aportar un par de definiciones genéricas que resumen los aspectos más básicos. El debate sobre lo que es o no la ciencia es difícilmente abarcable para mí.

Corto y pego de la Wikipedia (vais a ver numerosas referencias a la Wikipedia, sé que muchos la denostan, pero a mí me parece una maravilla):

La ciencia (del latín scientĭa, 'conocimiento') es un sistema que organiza y ordena el conocimiento a través de preguntas comprobables y un método estructurado que estudia e interpreta los fenómenos naturales, sociales y artificiales. El conocimiento científico se obtiene mediante observación y experimentación en ámbitos específicos. Dicho conocimiento es organizado y clasificado sobre la base de principios explicativos, ya sean de forma teórica o práctica. A partir de estos se generan preguntas y razonamientos, se formulan hipótesis, se deducen principios y leyes científicas, y se construyen modelos científicos, teorías científicas y sistemas de conocimientos por medio de un método científico.

La RAE nos da la siguiente definición:

1. f. Conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente.

Palabras como sistema, conocimiento, estructurado, razonamiento y experimentación se repiten en ambas definiciones. 

La lingüística es un sistema, es varios sistemas, de hecho. Es un conocimiento estructurado de la lengua y el lenguaje humanos. Se fundamenta en el razonamiento y la experimentación. Podemos concluir que la lingüística es, por lo tanto, una ciencia. 


 

El científico

La persona que realiza ciencia es el científico. El científico trabaja con datos, son la base sobre la que realizar hipótesis basadas en la experiencia y la observación. Con base en esos datos sacará conclusiones razonadas. Esto sirve para describir, analizar y explicar hechos, fenómenos y acontecimientos. 

Podemos poner el clásico ejemplo del lingüista que graba una conversación para sacar conclusiones sobre el habla local de cualquier lugar. Con una ingente cantidad de conversaciones grabadas, llega a su despacho, las escucha, las analiza, apunta los datos que considere necesarios, los contrasta y saca conclusiones. Sus conclusiones están basadas en la experiencia y la observación. 

Para el filósofo austríaco Karl Popper, la falsabilidad era una cualidad necesaria para que un conocimiento estructurado se llamara ciencia. Es la característica de poder demostrar que una hipótesis es falsa. Pues, si retomamos a nuestro dialectólogo y sus grabaciones, sus conclusiones tendrán validez científica, pero solo hasta que otro haga un estudio que demuestre lo contrario, o lo matice, o lo complete. La lingüística es, como toda ciencia, falsable. 

El científico, no obstante, es también una persona, con sus virtudes y sus defectos.

 

Lo que no es ciencia es opinión 


Imaginad dos fitólogos o, como se los conoce mejor, botánicos, discutiendo sobre la belleza de las plantas. Ambos pueden tener sus conceptos de belleza respectivos que pueden ser diferentes.
Hablar sobre la belleza de una u otra planta es solo una opinión, incluso viniendo de un experto en plantas. Puede que la discusión estética sea acalorada y que ambos argumenten excepcionalmente, pero la belleza no puede medirse de forma objetiva, mediante el análisis, la recopilación de datos y la experiencia. Estos dos profesionales, sin embargo, estarán de acuerdo sobre los procesos de fotosíntesis. Si no lo están, utilizarán posiciones basadas en la observación y los resultados, y no en el gusto.
 
Asimismo, un zoólogo podrá decir que la naturaleza es salvaje porque los leones se pelean hasta la muerte. Otro dirá que es solo cuestión de supervivencia. Sus juicios de valor son diferentes, pero su estudio de los hechos, basados en un análisis empírico, serán los mismos. Nuevamente, si no lo son, se argumentará con razones científicas.

Hablemos ahora de un topógrafo. Este ejemplo es un clásico para los lingüistas y siempre lo usamos: va con su mapa caminando por el bosque y, de repente, encuentra un río que no aparece reflejado. Si dijera "este río no existe" todos pensaríamos que está equivocado, puesto que el río es en sí mismo la evidencia de su existencia. Lo que está mal es el mapa, que no ha recogido con exactitud la abundancia de elementos geográficos de ese entorno.

Es importante diferenciar entre lo que es lingüístico como adjetivo y la lingüística, como sustantivo. Decir "esta palabra no existe" es lingüístico, porque hace referencia a la lengua, sustantivo del que procede el adjetivo. Este uso es el mayoritario y el que todos los hablantes hacen. Podríamos llamarlo popular o coloquial. Esa frase, sin embargo, no es lingüística, porque su cientificidad es más que cuestionable. Recordad el mapa y el río. El simple uso de una palabra evidencia su existencia, aunque no salga en un diccionario.

Un lingüista, cuando ejerce como tal, desde mi punto de vista, debe tener un actitud científica. Los juicios de valor tales como vulgar o incorrecto no responden a realidades amparadas por un método de observación, sino a concepciones sociales de la lengua. 

No quiero decir con esto que no haya que opinar sobre la lengua, esta pertenece a absolutamente todos los hablantes y cada uno de nosotros es libre de usarla y pensarla como quiera, emitir sus juicios de valor y considerar correcto o incorrecto lo que le plazca según su propia lógica. Pero el lingüista puede (si quiere) aspirar a más.

En esta entrevista, el profesor Jairo García Sánchez, de la Universidad de Alcalá de Henares, especialista en toponimia, responde con una frase que resume todo lo que intento decir con una claridad excepcional:

P: ¿Qué opinión le merece el cambio de topónimos realizado en los últimos años en numerosos lugares de España?

R: Soy un observador de la realidad y analizo por qué se producen estos cambios, pero no es mi intención valorarlos.

Así, un lingüista puede opinar sobre lenguaje inclusivo, sobre decir "me se ha caído", sobre leísmo y laísmo o sobre ceceo, es perfectamente legítimo y, a mi juicio, no tiene nada de malo, pero son actitudes lingüísticas que no son ciencia lingüística.Yo mismo reconozco que el latín me prece la mejor lengua que jamás ha existido (y la duda ofende, por favor), pero esto, obviamente, es una simple opinión.

Así como un biólogo no tiene autoridad sobre la belleza de las plantas o la bondad de un león, un lingüista no tiene autoridad sobre la idoneidad del lenguaje inclusivo o los demás temas anteriores. Esto depende de consideraciones sociales en las que, pese a que unos opinen con más fundamento o lógica que otros (y para esto no hace falta ser lingüista porque el cambio se puede mirar desde muchas disciplinas muy distintas), no dejan de ser opiniones. La adecuación de decir "la dije", "me se ha caído" o "todes" recae en el conjunto de la sociedad, especialistas (con sus opiniones basadas es preferencias personales que no son cuantitativas ni objetivables) y no especialistas.

Frente al cambio lingüístico, ya sea el surgimiento de un nuevo género gramatical, el avance del laísmo o el uso de nuevos giros por las generaciones jóvenes, la única actitud científica posible es la observación, el análisis, la recogida de datos y la explicación. Nunca la valoración. Esta puede aportar una gran riqueza al debate, pero no es ciencia.

 

 

Primera imagen: Alegoría de la ciencia, atribuido a Sebastiano Conca. (Wikipedia)

Segunda imagen: pues un cartel en el que pone debate. Poco más. (Picpedia)

 

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